miércoles, 31 de diciembre de 2008

La carta que escribí mientras me mirabas, 364 días después...

Llegamos a los últimos días del año, y no puedo evitar empezar a estructurar mis nuevos propósitos para el año que viene. La niña que llevo dentro me vuelve a vencer y me descubro soñando como si no existieran las limitaciones, como si el puñado de ilusiones que me conseguí inventando y reinventando el curso de mi historia, (así de fácil como se inventa un cuento), fuera suficiente para convertirlo todo en realidad.

Nuevas ideas y proyectos se pelean por ocupar un espacio en mi mente… y ese brillo en mis ojos me delata de nuevo. Aquellos que me conocen más, lo distinguirían inmediatamente. Algunos resignados concluirían que no tengo remedio y no osarían preguntarme que estoy pensando. Pero no faltaría quién, dominado por la curiosidad, me preguntaría qué de nuevo hay en mi cabeza, arriesgándose con la ingenuidad de un niño, a ser por un buen rato el receptor de mis entusiasmos, a pesar de la posibilidad de ser contagiado por ellos.

Y así abstraída en ese mi mundo anticipado, percibo de pronto tu mirada… esa que no necesita preguntarme nada, porque ya conoce todo. La única que con una combinación perfecta de respeto, ternura y exhortación me devuelve a la sensatez necesaria para procesar la realidad, sin dejarme perder la visión de lo que aun es intangible.

Entonces inexplicablemente y con exacta sincronía, exponerme a tu mirada (que aun no aprendo a describir, aunque ya me es mas familiar que cualquier otra) libera a mi corazón de sus afanes, y lo libera también para seguir soñando.

Así que devuelta al equilibrio y con la mente lúcida, me he preguntado si antes de la lista de los nuevos propósitos, no debería registrar en mis recuerdos, para ver si encuentro aquella que hace un año, sin animarse a ser muy pretenciosa, describía mis sinceras intenciones para el año que hoy se esfuma.

Tomando valor entonces, enfrento aquella lista de propósitos que hoy con exactitud puedo saber si logré o no logré. Y pienso que podría resumirlos en una sola palabra que permanece implícita en cada uno de ellos: “éxito”. Éxito que me propuse alcanzar en las distintas áreas de mi existencia, la espiritual, la intelectual, la social y la física.

Quisiera decir que todos mis propósitos fueron cumplidos, pero no es así. Por un momento veo todo sombrío, y la palabra fracaso se avista amenazante, rondando mi corazón en busca de un lugar donde plasmarse. No pude con esto, ni terminé aquello, me digo repasando cada punto de esa lista, que preparé hace un año con el mismo entusiasmo con el que hoy nace la siguiente. Algo logré de todo, pero parece poder mas la tristeza por aquellos intentos infructuosos, que hoy por hoy, siguen siendo solo eso, intentos.

De nuevo mis ojos me delatan, ahora sombríos.

Así de pie, en esta línea divisoria entre un año y otro, un pasado y un futuro, en el que duele el tiempo perdido, y me ilusiona el por venir… me vuelvo a sentir expuesta a tu mirada. Y ahora es distinta, me miras como un padre satisfecho y orgulloso de mis logros, comprensivo y perdonador con mis intentos infructuosos.

Entonces me siento exitosa, ¡si! ¡Coronaré este año con éxito! Y no por haber cumplido al pie mis propósitos, no por que haya logrado acumular trofeos y riquezas, no porque haya sumado fama o tenga mas poder sobre otros. ¡Nada de eso! Éxito porque hoy, soy mejor que hace 364 días… por que mi espíritu es mas humilde que entonces, a fuerza de llorar muchas veces, a fuerza de tristeza que enmendaba mi corazón, aunque en su momento no me parecía.

Definitivamente hoy soy mejor que hace 364 días, me lo dice tu mirada, mirada de tu Espíritu sobre mi espíritu, y no por haber hecho mas canciones, o por haber terminado mas proyectos. Soy mejor que entonces porque no estuve quieta, porque mi crecimiento fue constante, porque aun esos intentos infructuosos, hoy dicen que no acepté rendirme, que cuando estuve sin fuerzas… me esforcé por algo, por muy mínimo que a otros les parezca, tú eres quien sabe la magnitud exacta, porque no ves tan solo la apariencia, sino la esencia, esa que hoy mi corazón exhala, como fragancia agradable delante de ti, en gratitud por no dejarme sola, con más adoración que nunca, porque te conozco ahora mas que antes.

Haré mi lista de propósitos nuevamente, así Señor mi Dios, mientras me miras, volveré a escribir aquellas cosas que el año que se va no logré, con renovadas esperanzas, con la confianza de que la mujer que hoy empieza este año nuevo, no es la que empezó el que hoy termina, es mejor… y es tu hija.

Becky Son

2 comentarios:

el Gil dijo...

Feliz año becky!!!!
me gustó mucho tu blog
:)
saludos!!

Mario Roberto Lepe Garci-Aguirre dijo...

Wow que inspirada y me encanta porque aun en mis años puedo pensar que Dios no ha terminado conmigo, sino que creo que tiene muy lindos propositos para mi vida.. Te felicito y deseo que este proximo año 2011 sea de mucha bendicion para ti y para los tuyos. Tu amigo y hermano en el amor perfecto de Cristo Jesus...